La educación lo hará libre, no la del perro sino la del humano. Y es que se debe educar al humano antes que al perro. El perro es el reflejo de la familia con quien le ha tocado vivir y de las personas con las que ha interactuado a lo largo de su vida
Un humano “educado” es aquel que tiene un perro que:
*Se comporta bien tanto en el hogar como en la calle
*Sacarlo a pasear es un disfrute y no un desastre
*Tiene buenos hábitos higiénicos y no destruye nuestras pertenencias cuando se queda solo en casa
*Es amigable, pero no tanto como para saltarle encima de la gente
*Ladra para avisarte que alguien llegó y no se queda pegado ladrando por mucho tiempo
*Se deja revisar, no solo por ti sino también por el veterinario en la consulta
*Se queda tranquilo en la peluquería cuando le están realizando su acicalamiento
*No les tiene pavor a los extraños ni a los ruidos producidos por tormentas y fuegos artificiales
*No es posesivo con su comida o juguetes, si aprende a devolver las cosas que se roba y sale corriendo
*No es agresivo con personas (niños especialmente), perros ni con otros animales
*NO sale corriendo al abrir la puerta
*Es obediente y viene cuando se le llama.
Y es que, ¡Un perro educado es un perro libre!